lunes, 28 de septiembre de 2015

Relatos del pasado - La anexión Elnath

Planeta Elnath. En la residencia del consejero supremo Alon puede empezar a formarse una alianza que cambiara la historia de los Elnath y quizás del universo entero.

      – Consejero, el dirigente Prioser ha llegado- Zhara intenta parecer protocolaria y formal pero se le nota en la mirada que los nervios la atenazan, sin mencionar que me esta transmitiendo todas sus emociones y no me ayudan a estar centrado.

      – Gracias Zhara, puedes retirarte- según sale por la puerta, asoma la cabeza de un aereano que haciendo un esfuerzo en agacharse pasa por la pequeña puerta.

      – Prioser, encantado de conocerle, por favor tome asiento- no se que mas hacer para saludarle, no crea que sea apropiado juntar las frentes como hacemos los elnath y estrecharle la mano será muy antihigiénico.


Su paso es grácil para ese increíble tamaño que tiene, comparado con un elnath somos como meros infantes. Conforme se acerca me percato de que no se dirige hacia el pequeño sillón que le he ofrecido y termina frente a mí, bajando la cabeza y ofreciéndome su frente. Me siento contrariado, incluso no se si esto es correcto pero tampoco sería buena idea rechazar su cortesía al saludarme como mi raza se saluda.Tras el instante de duda pego mi frente a la suya y no puedo evitar mirar en el interior de su alma, en lo mas profundo de sus pensamientos.

El individuo como tal parece bondadoso y servicial, su alma esta llena de buenos deseos en intenciones para con nuestro pueblo. De repente como si supiera que le estoy inspeccionando, se muestra ante mí un universo que es débil y frágil y cuyo equilibrio está siendo perturbado. La imagen se desvanece y una nueva se muestra, un atrio con cinco razas que consiguen que el universo que ahora se arremolina en su interior este en completo equilibrio. Los elnath somos una de esas razas.

      – Es un placer conocerle consejero Alon– no habrán pasado ni tres segundos cuando corta la conexión, claramente ha sido consciente de mi intromisión pero no parece molesto.

      – Igualmente dirigente Prioser, aunque me gustaría decirle que me extraño un poco la noticia de su visita, quizás y si me lo permite sea un poco inapropiada dada la situación en la que se halla mi planeta.

      – Entiendo sus reticencias consejero,- toma asiento reposando dos brazos en el sillón y los otros dos en sus alargadas piernas– pero creo que tiene una visión errada del cometido del Orden que queremos formar.

      – Prioser, si me permite llamarle así,- asiente con la cabeza suavemente– mi pueblo ha vivido en paz y armonía durante miles y miles de años, no creo que una alianza de razas espaciales le ayude a vivir mejor.

      – Alon, entiendo perfectamente el sentimiento que quieres transmitir, paz y tranquilidad y el bienestar de aquellos a los que por su confianza protejo- se levanta y tras un par de segundos continua hablando-. Usted y yo somos parecidos, físicamente distintos pero por dentro somos iguales.

      – Disculpe pero…- sin darme tiempo a continuar me invita a callarme para finalizar su argumentación.

      – Piénselo bien, usted hará todo lo posible para proteger a su pueblo, yo también. La diferencia es que yo lo quiero hacer a nivel universal, mi pueblo es el universo y yo, nosotros tenemos que protegerlo.

      – Su argumentación esta a la altura de su diplomacia Prioser pero aun así sigo creyendo que no debemos meternos en los problemas de otros así como no nos gusta que se metan en nuestros asuntos.- creo que tras mi lapidaria frase se de por vencido.

      – Si no me equivoco Alon, fue uno de sus antepasados el que creo la doctrina e protección de vida, tras el acontecimiento del grito- el grito dice, como puede saber tanto sobre un tema tan personal, no creo que también sepa que uno de mis ancestros era hijo del dador de la profecía-. Y se escucho un grito, de millones de almas que traían un dolor indescriptible.

      – ¿Que pretende con este sentimentalismo Prioser?- No puedo evitar contraer los músculos al recordar esas palabras, vivimos bajo su sombra desde el día que ocurrió.

      – Solo quiero quitar el miedo que sin ser Elnath empático puedo sentir en su alma, tenéis la oportunidad de luchar por lo que de verdad os importa, evitar el fin del universo, juntos podremos llegar a lugares que antes no era posible, seréis los adalides de la salvación del todas las razas y daréis equilibrio al Orden formando parte de su consejo.

      – Perdón,- su argumentación es atrayente y lo acompaña de emociones amables pero me parece demasiado embriagador y corrupto – me esta sobornado con un cargo Prioser.

      – Me temo que me malinterpreta Alon, si ustedes se unen tendrán que enviar a un emir que sirva de enlace, por la importancia de su raza formaran parte del consejo claro,- mi rostro no varia pues me sigue pareciendo un soborno que me ofrezca a mi el puesto– y si sus congéneres están de acuerdo creo que seria usted el mas apropiado para ser emir, al fin y al cabo es el mas escéptico y reticente, se nota que su primer pensamiento siempre es el bien de su pueblo y quizás quien sabe, terminar lo que sus antepasados empezaron.

      – Esta claro que sabe lo que tiene que decir Prioser, pero ahora no tengo la ideas muy claras, le agradezco la visita, ha sido interesante y didactica- mi cabeza esta en un punto muerto, necesita reiniciarse por que empiezo a dudar de cosas que antes tenia como inamovibles.

      – Por supuesto, bastante le he importunado consejero Alon, espero con mis mejores deseos que nos volvamos a ver esta vez en el Orden- su cortesía y amabilidad no han variado durante toda la conversación, ni siquiera cuando a tocado temas delicados-. Gracias y adiós.

Sale agachándose de nuevo por la puerta y mi vista se queda fija en el ventanal que me muestra la hermosa tierra en la que vivo, se bien que el destino del universo pudiera estar en mi decisión, solo yo quedo por dar mi aprobación. El Grito, si por mi difunto padre fuera la decisión ya estaría tomada, cuanto miedo me hizo pasar de pequeño con esa leyenda. Me levanto mecánicamente del sofá y me dirijo al escritorio del despacho, donde esta la piedra de mi guía, mi gema de Ewha.

Abuelo, que hacer ante esta tesitura, antes mis convicciones eran fuertes pero ahora, me da la sensación que no tengo más elección que aceptar lo que me ofrecen, tengo la oportunidad de evitar que la leyenda se cumpla, de encontrar ese tercer planeta azul. La piedra me da su aprobación haciéndome entender que ese razonamiento es valido.Pero por otro lado abuelo, no puedo evitar sentir que si acepto esta alianza, en parte estoy vendiendo a toda mi raza, que se dice pronto. De nuevo la piedra me da su aprobación ante el pensamiento que he tenido, lo cual no me ayuda mucho a tomar decisión definitiva.

Arrojo de nuevo la piedra frustrado por el resultado y salgo a la terraza del despacho para que me de el aire fresco. En la lejanía las minas de Ewha se empiezan a iluminar con la caída del sol, el reflejo del hermoso bosque sobre el lago hacen que se me pongan los pelos de punta.

Y si la profecía se cumple y todo se destruye, perderemos todo esto, todo lo que tanto nos hemos esforzado por conservar. Mis pensamientos se diluyen en tres conceptos simples pero definitivos. Vivir, morir, sacrificar…

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