jueves, 29 de octubre de 2015

Un día de caza

- Buenos días mi animalito- abro los ojos y veo la sonrisa de mi madre invitándome a que me levante.
- Madre- todo está a oscuras salvo una lámpara que mi madre sostiene en su mano, claramente el sol no ha salido aun-, solo un poquito más.
- Vamos hijo, hoy es un gran día, te convertirás en un adulto- la iniciación de valor, por fin podre tomar decisiones por mí mismo-, tu padre te está esperando fuera.
- Si, voy- me apresuro a levantarme para ponerme lo más rápido posible las pieles de caza ceremonial e ir al encuentro de padre, pero me percato de que estoy totalmente desnudo. - Madre si no es molestia- le muestro mi indignación  ante el hecho de que estoy desnudo pero  ella parece ignorar.
- Venga Kurlty- sabe que no me gusta ese diminutivo.
- Madre ya puedes dejar de llamarme así, ¿no crees?
- Da igual cuanto tiempo pase, tu siempre serás mi pequeño Kurltama, te guste o no.
- Te quiero madre, tampoco tengo nada mejor a lo que querer -esbozo la sonrisa pícara que acostumbro a poner cuando le digo esta frase.
- Siempre lo tienes que estropear con esa frase- dice a par que me da un golpe en la cabeza que me quita la sonrisa.
Se dispone a salir por la puerta cuando se gira y con esa cara de madre que jamás podre olvidar toma aire- Suerte Kurlty, no dejes que te maten.
Nada más sale de la estancia me apresuro a ponerme todo el equipo, sin tardar mucho porque he practicado esto en cientos de veces, pero en esta ocasión los nervios me atenazan cuando cojo el rompe almas, la rodillera del guerrero cazador, que transforma a un maensiano en un proyectil, lo que diferencia al joven del adulto.
Aprieto con tensión las cinchas a la altura de la rodilla, luego prosigo con la cintura y el muslo. Listo, mi pierna derecha ya posee el poder del cielo. Ya pertrechado salgo de mi habitación mirando al suelo e intentando concentrarme para el desafío que tengo ante mí.
Al salir al exterior mi padre me espera henchido de orgullo, con  la lanza familiar en una mano e invitando a comenzar el viaje con la otra.
- Nervioso Kurlty- parece que mis padres se han aliado para hacerme más interesante y especial el día.
- Padre, tú también no, por favor-.
- Tu tranquilo hijo, estás con el mejor guerrero de todos los tiempos, no pasara nada- mi padre se empieza a recrear mientras comenzamos el trayecto adentrándonos en lo frondoso, más allá de los lindes del pueblo.
- No tengo ningún miedo padre, estoy preparado para cualquier cosa- mi rotundidad hace que su rostro se ponga serio.
- Me alegra oír eso,  porque vamos a por el catractor, buscaremos la grandeza- mi rostro torna pálido al imaginar a la bestia cornuda, con sus cuatrocientos dientes, una piel que no se puede atravesar y una cola de pinchos del tamaño de un brazo.
- Pues venga,- digo nervioso- total no tengo nada mejor que hacer.
- Me entusiasma tu manera de afrontar las adversidades, esas frases tuyas tienen mucha gracia- posa su mano sobre mi hombro reconfortándome, no podría haber tenido mejor padre.
- Yo también te quiero padre- intento que note mi tono sarcástico pero los nervios ante lo que nos acontece no me permite hacerlo mejor.
- Que cariñoso te pones cuando estás en ascuas- su risa socarrona retumba en los árboles de nuestro alrededor cuando su gesto se torna serio y me indica con el dedo que pase a modo de sigilo.
Le hago saber que lo he entendido cuando por el rabillo del ojo veo una sombra no muy grande acechando, es un comelenguas y estos nunca cazan solos. Miro a padre que me indica que estamos rodeados y que son por lo menos cuatro las criaturas que nos vigilan. Claramente nos hemos metido en su territorio, padre junta su espalda a la mía mientras los comelenguas toman posiciones de combate.
- Estate atento hijo, cuando ataquen les flanqueamos y saludo a la madre tierra- su voz es firme, no tiene ningún atisbo de miedo.
- Te imito- sé que esto solo es el comienzo de mi ritual, pero la tensión me tiene atenazado y no es momento de dudar.
Los comelenguas siguen avanzando hasta situarse a tres cuerpos de nosotros, se erizan y agachan la cabeza mostrando el pincho que les sale del cráneo, mientras sus garras se incrustan en la tierra preparándose para atacar.
- Ahora- el grito de mi padre hace que las bestias ataquen pero para cuando se lanzan hacia nosotros solo se encuentran con la tierra que hemos dejado.
Ambos saltamos golpeando con nuestro brazo a arboles pequeños que están tras nuestros rivales y casi sin que le dé tiempo al árbol a caer lo cogemos con los dos brazos y golpeamos con un giro radical, segando y empalando a los cuatro comelenguas que salen espantados.
- Bien, bien, no esperaba menos de ti, hijo,- la tensión se va diluyendo poco a poco, pero la euforia que siento ante la perfecta realización de la estrategia sigue vigente- solo es el comienzo.
- Estoy preparado para lo que sea, padre- es mi corazón el que habla por la euforia de lo vivido pero mi cerebro no le acompaña cuando la imagen del catractor vuele a mi mente.
-Dentro de poco entraremos en la niebla eterna y ahí sí que tendremos un reto de verdad.- Su tono refleja la seriedad de la situación.
De aquí en adelante el silencio es nuestro único compañero, la visión es prácticamente nula y solo nuestros otros sentidos pueden ser testigos de lo que nos rodea, el sonido del bosque milenario y el olor a muerte acechante me ponen en alerta constante.
Nuestro camino empieza a llegar a su fin cuando llegamos a los arboles de nube, cuyo tamaño es superior a cien maensianos subidos uno encima de otro. La luz, a causa de los inmensos ramajes, no traspasa demasiado y da la sensación de que la noche es eterna, nuestros pasos se mezclan con todos los ruidos de las criaturas que viven en estos árboles.
Padre hace un gesto para que me detenga y se acerca a mí, me señala una zona más adelante donde se puede ver un cadáver destrozado de alguna bestia de la zona, los restos indican que esa criatura era más grande que nosotros lo que me hace pensar que lo que buscamos está cerca, y que su tamaño es abrumador.
- Voy a reconocer los alrededores,- habla con gesto serio y mediante susurros- no te alejes demasiado.
- Venga, tu vete a hacer tus cosas- espero que mi tono sarcástico le haya hecho entender que prefiero que estemos juntos.
Solo unos pasos hacen que ya no le pueda ver, los nervios empiezan a hacer presencia porque por mucho que me haya preparado, nunca pensé que me enfrentaría a algo que con un solo mordisco podría comerme entero. No puedo oír nada y mi instinto me invita a llamar a padre pero no puedo, este es el momento en el que tengo que demostrar cual es mi valía, las palabras que mi padre me dijo hace tiempo resuenan en mi cabeza. Nunca te encontraras peor situación que la cacería de madurez, te prueba a ti mismo y peor aún, pone a prueba a los que más te quieren, si alguno de los dos falla podría costarle la muerte y eso traería el desastre a la familia porque se perdería a dos miembros fundamentales de dicho núcleo.
La imagen de mi madre velando los cadáveres destrozados de mi padre y el mío no me ayudan a mantener el autocontrol, pero lo peor de todo es que sin darme cuenta, los sonidos que me rodeaban y me hacían sentir seguro, se han desvanecido.
El silencio me envuelve y hace que me cuadre, sujeto firmemente mi lanza y cierro los ojos aceptando que la visión en este contexto será un lastre más que una ayuda y pongo mi rodilla derecha en el suelo quedando en pose de reflexión.
Un extraño olor me envuelve, es pesado y tiene un tinte a sangre podrida, no dudo al oír como un sonido por mi espalda se empieza a hacer más patente, rápidamente me incorporo y me giro para observar cómo el sonido amenaza con un ataque inminente. A escasa distancia de la blancuzca oscuridad un cuerno enorme me amenaza en carrera haciendo que el suelo tiemble, pero estoy preparado aunque mi padre no se encuentre cerca.
- Arrrhhhhh- espero a que mi rival no tenga capacidad de reacción de para saltar por encima de él y apoyándome en su lomo impulsarme para que su cola quede lejos lo más lejos posible.
- La muerte desde el cielo- el grito de mi padre me apremia para saltar nada más caer de la esquiva, el salto tenía que ser lo más alto posible para que tenga efecto, tras impulsarme con todas mis fuerza y ver como la bestia tiene su atención centrada en mí, mi padre aparece en donde yo me encontraba para golpear con un gancho de ambas manos en la parte inferior de la cabeza del catractor.
- Ahora- Lo tenía claro, la vida de mi padre estaba en mis manos y no iba a  dudar ni un instante en atacar a nuestro agresor, desde el árbol me impulso con mi lanza que ya había clavado en el tronco milenario, colocando mi cuerpo en el aire para que toda la fuerza y tensión se acumulen en mi pierna derecha cuál pico, caigo durante lo que parecen momentos eternos sobre el cráneo del catractor para romperlo cual cascarón y ver como la descomunal bestia caiga desplomada ante el impacto.
- Si, si, que grande eres hijo, un salto perfecto y un impacto de alma, lo sabía, eres especial Kurlty, estas destinado para ello.
- Gracias padre,- la adrenalina y la emoción no me permiten asimilar lo que está diciendo, pero soy consciente de que la hazaña no está a la altura de cualquier joven maensiano.
Mi padre se sitúa en la frente de la criatura rezando una oración que aleje al espíritu de la bestia, haciéndole entender que ha perdido justamente y que su muerte será honrada.
Intento recobrar la calma pero me cuesta respirar por el ambiente cargado de la zona, aun no me creo lo que he hecho, por fin seré tomado como un adulto.
- Si ya has disfrutado de tu momento de euforia, tenemos un largo camino de vuelta y no creo que resulte cómoda- puedo ver como mi padre está atando a nuestra presa para arrastrarla hasta el pueblo y disfrutar del festín.
El camino de vuelta es silencioso, cientos de ideas me vienen sobre qué haré ahora con mi futuro, las imágenes de un planeta pasan por mi cabeza, una proposición que un elnath llamado Unwei me hizo no hace mucho tiempo, ofreciéndome formar parte de un selecto grupo que mora por el bienestar de todas las especies, el Orden.
-Olvídate de tu futuro ahora hijo,- interrumpe el largo silencio del camino para aleccionarme- hagas lo que hagas lo harás como lo que eres, el mejor. Además es hora de recoger los primeros frutos de tu esfuerzo.

Su mano señala hacia delante mostrándome el linde del poblado y un grupo de bienvenida con mi madre a la cabeza, que no duda en venir corriendo. Sus grito de alergia y alaridos me hacen ver que es momento de celebraciones, ya tendré tiempo de pensar en lo que haré.

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